Columna Gran Angular

Por Raúl Rodríguez Cortés

En estos tiempos donde la mentira y la falta de respeto a las leyes se han normalizado, es de reconocer que por lo menos uno de los que se dicen nuestros representantes haya alzado la voz para defender la Constitución.

Me refiero a Ricardo Monreal quien, a pesar de que sabía que su decisión de no avalar el cochinero legislativo en el que se convirtió el llamado plan B en materia electoral del Presidente, le podría acarrear ser mal visto entre los integrantes abyectos de su partido, no le importó hacerlo.

Monreal ha emitido declaraciones que por ningún lado pueden ser objetadas: “Protesté para cumplir y hacer cumplir la Constitución; es mi deber. El veredicto final lo tiene el pueblo”, dijo recientemente en redes sociales.

Mientras que horas antes de emitir su voto particular, durante la discusión de la reforma afirmó: “Estoy del lado de la Constitución, estoy del lado de la Ley, de la justicia y me conduzco con los principios y valores de la democracia”.

Así que tiene razón Monreal y hasta López Obrador, pues será el pueblo el que determine y pondere su valor porque su actuar no habrá de ser reclamado ya que la Constitución señala en el artículo 128 que “todo funcionario público sin excepción alguna, antes de tomar posesión de su encargo, prestará la protesta de guardar y hacer guardar la Constitución y las leyes que de ella emanen”.

Por todo esto, el liderazgo de Monreal hoy se mantiene firme y hasta el Presidente ya “tiro línea” a los duros de Morena en el Senado, para que lo piensen dos veces si es que insisten en removerlo de la Junta de Coordinación Política.