Por Alejandro Rodríguez Cortés *

@AlexRdgz 

Simplemente un grito, una palabra, una consigna, una conquista irrenunciable que vamos a defender al costo que sea.

¡Democracia! rugió la multitud en el Zócalo este domingo. Al unísono, cientos de miles de ciudadanos dieron la cara ahí, de frente a Palacio Nacional, simplemente para mostrar que somos millones de mexicanos los dispuestos a no permitir que bajo ninguna circunstancia se den pasos atrás en lo que tanto tiempo y esfuerzo costó construir.

Andrés Manuel López Obrador formó parte de la lucha democrática, pero se topa con pared si cree que la democracia terminó con su legítimo triunfo electoral.  El querrá hacer y deshacer para mantener el poder, sin esperar a que la voluntad popular se manifieste en las urnas. Pero será una gran mayoría la que lo impida desde ya, y eso quedó muy claro en la plaza de la Constitución y en decenas de calles y espacios públicos de México y del extranjero.

La mayoría simplemente decimos no a una autoridad electoral acotada y proclive al oficialismo; no a una Corte de Justicia sujeta al voluntarismo presidencial; no a la destrucción de instituciones que incomodan al poder porque lo fiscalizan, escudriñan y corrigen. En resumidas cuentas: no a la vuelta a un régimen de un partido único con un caudillo mandón que nos lleve de retorno a la ignominia de la dictadura perfecta o imperfecta, pero dictadura al fin.

Una mañana dominical fresca pero soleada se llenó de señales y símbolos: el autoritarismo obradorista descalificando de inicio a convocantes y participantes, cerrando accesos y vialidades, retirando la bandera monumental y haciendo tañir las campañas de Catedral. Nada importó, porque la ciudadanía arrasó y se pronunció firme, libre, oronda, plena y orgullosa.

Orgullosa y plena como la bandera que ondeaba en el asta que corona el edificio de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, vecino del palacio virreinal ocupado por el aspirante a autócrata, cuyo lábaro patrio lucía simplemente enredado justo arriba de la campana de Dolores, símbolo de nuestra Nación.  Vaya señales de una realidad ante la que ya nos rebelamos.

Porque ya basta de planes A, B o C.  Ya basta de andanadas mañaneras contra quienes pensamos diferente y queremos libertad y desarrollo en vez de dádivas y costoso populismo de obras inútiles de relumbrón. Ya basta de culpar al pasado reciente y añorar las glorias caudillistas ya superadas.

El entramado democrático se queda y a quienes eso no les gusta les decimos: si están tan seguros de su supuesta mayoría y de su inevitable triunfo electoral, esperen al 2 de junio y dejen de estar chingando.

¡La ley sí es la ley! ¡Viva la democracia, cabrones!.

*Periodista, comunicador y publirrelacionista