ZONA SUBMETROPOLITANA

12/XI/22

CUOTAS DE PARTIDO

La marcha de mañana domingo 13 de noviembre, será una interesante experiencia sociológica… Y psicológica.

Nuevamente la polarización social divide a los mexicanos, e impide construir una discusión meditada —con pros y contras— sobre la reforma electoral.

Querámoslo o no, esta discusión pública se redujo a “lo bueno y lo malo”.

Ya no importa el juicio, la razón o las pruebas. Tampoco importan los argumentos. Todo quedó en una balanza: “Ganar o perder”; es “Cien o cero”; es “Todo o nada”.

La reforma electoral propuesta por AMLO reflejará mañana —de alguna forma— el peso de la oposición en la CDMX.

¿La propuesta de AMLO y Morena destruye la democracia? No.

Lo que sí deberíamos esperar es que la mejore y que realice todos los cambios necesarios.

Por ejemplo, deberíamos asegurarnos que la reforma elimine las “Cuotas de Partido”, tal como se han manejado en la historia del Instituto Nacional Electoral (INE)

Ese sí es un problema del INE, que desvirtuó las necesidades y las demandas ciudadanas… Es un dilema actual.

Exigir un cambio en el INE no equivale a destruir la democracia, como lo asegura la oposición.

Tampoco significa que “no tocar al INE”,  implicará un fraude electoral en el 2024 como lo ha sugerido AMLO… Una votación no hace la democracia.

Hasta el sexenio de Peña Nieto, los consejeros electorales se designaban como Cuotas de Partido. Tres para el PRI; dos para el PAN; uno para el PRD… Y todos ellos se convertían en fieles representantes de sus intereses.

¿Eso fue bueno? No, para nada. Existen muchas historias de esos supuestos “representantes” que no ayudaron a la democracia.

Los votos electorales no son el principal elemento para diagnosticar la salud democrática de un país. Se necesita de la participación ciudadana. De organizaciones laborales sólidas. De buena educación y salud. De un Estado fuerte, no dependiente del crimen organizado

Sin embargo, los ciudadanos acostumbramos avaluar la democracia sólo por las elecciones y sus partidos políticos.

Una reforma electoral no puede venir de un solo partido. Se necesita de un acuerdo, de una aprobación que describa bien los nuevos cambios.

En la reforma electoral propuesta por AMLO hay varios puntos positivos.

Reduce el número de diputados y senadores. Disminuye el financiamiento público a los partidos. Baja los tiempos de radio y televisión en campañas de 48 a 30 minutos diarios. Propone el voto electrónico. Desaparece las OPLES (Organismos Públicos Locales Electorales) y tribunales locales. Reduce de 11 a siete a los consejeros electorales. Cambia el nombre del INE… Todo eso puede hacer un INE más eficiente.

Quizá haya un problema: En la “elección popular” de los consejeros y magistrados electorales, el voto favorecería a los candidatos propuestos por los partidos más populares… Eso no está bien planeado.

La actividad electoral necesita de una preparación profesional. El INE necesita de una plataforma de asenso (meritocrático) para elegir a sus funcionarios… Es un área que hay que mejorar, sin ninguna duda.

INE: UN TIRO EN EL PIE

La reforma electoral planteada por el gobierno de AMLO empezó bien.

La alianza opositora Va por México (PAN, PRI y PRD), aceptó a fines de octubre sentarse a negociar con Morena… Pero se complicaron las cosas.

El INE realizó un par de encuestas que apoyaban la propuesta de AMLO y Morena.

Según sus datos, el 93 por ciento de los ciudadanos apoyaba la propuesta de destinar menos recursos a los partidos políticos.

Además, el 87 por ciento estaba de acuerdo en disminuir el número de diputados y senadores a nivel federal.

El 78 por ciento apoyaba que los consejeros y los magistrados electorales fueran electos por el voto directo de la ciudadanía.

El 74 por ciento estaba de acuerdo en reducir los recursos que se le otorgan al INE.

Sin embargo, estas encuestas causaron un problema. Morena se quejó que el INE había ocultado los resultados: “Los resultados no son buenos para el propio INE, sino para el gobierno”.

El INE respondió que ahí estaba la encuesta, publicada y transparente… Sí, efectivamente, estaba publicada, pero nunca fue difundida. ¿Por qué?

La relación entre AMLO con Lorenzo Córdoba (presidente del INE) no ha sido buena en todo lo que va del sexenio… Y ahora, vendrá la marcha de mañana.

No cabe duda. La marcha —sociológicamente hablando—, requiere de muchos otros conocimientos para su entendimiento y análisis.

No sólo demostrará el grito de la oposición. Ese ya lo escuchamos de diversas formas, incluidas las elecciones de 2021, en donde la CDMX quedó dividida en dos partes. La oriente, con 7 Alcaldías de Morena y la poniente, con 8 Alcaldías de Va por México, más Benito Juárez que siguió con el PAN.

Hay gente que ve la marcha como un posible “rescate nacional”… ¿Será?

Hay periodistas que preguntan si toda la reforma electoral responde a un “interés legítimo por mejorar las cosas”, o si puede ser analizado como un mero berrinche presidencial.

Toda la estructura del INE es digna de revisarse. Es digna de mejorarse. Es conveniente que se analice con seriedad, por supuesto.

Las elecciones no son el único elemento para validar una democracia.

UNA DUDA CENTRAL

Tengo una duda fundamental.

¿Necesitamos 500 diputados cuando sólo unos cuantos de ellos se hacen presentes en la Cámara? No.

En la Reforma Electoral que se revisa en la Cámara de Diputados, hay cuatro artículos: 52, 54, 56 y 73 en donde se dice que desaparecerán los 200 plurinominales… Pero los 300 restantes serán electos por “listas”, no por voto directo.

O sea: ¿Serán electos igual que los plurinominales?… NPI.

AMLO no ha dicho nada de eso. Nunca lo ha mencionado.

Espero que José Woldenberg lo aclare en su discurso del domingo.

El IFE y el INE han sido claves en la transición pacífica de poderes federales y estatales en México.

Pero es imposible asegurar que su trabajo ha sido “impecable”… No lo ha sido.

“El INE no se toca” es un dogma.

Por eso es importante la marcha de mañana.

Nuestra democracia no se destruirá… Pero sí necesitamos mejorarla.

Le sugiero que marche, platique y se forme una opinión propia.

LA CUEVA DEL DELFÍN

En lugar de hacer el Museo del Narcotráfico, se debería de construir el Museo de la Corrupción… ¡Pero no de tamaño real!… Porque se necesitan más de 10 Estadios Azteca para que quepan todos.

¡Vientos huracanados!, si no me archivan en Antropología nos veremos por acá el próximo sábado…

Comentarios, quejas y lamentaciones: Facebook Héctor Castillo Berthier / Email: berthier@unam.mx