Ernesto Madrid
El impulso del Producto Interno Bruto (PIB) fue gracias a los máximos históricos en consumo e inversión fija bruta que, dicho de otra forma, el crecimiento sostenido en el consumo privado (particularmente en servicios) y una expansión significativa en la construcción (debido a la inversión tanto pública como privada), consiguieron que la economía se expandiera al tercer trimestre de 2023 en 3.3% a tasa anual contra 3.2% esperado por el mercado, pero desaceleró desde el 3.6% anterior.

De acuerdo con la estimación preliminar del INEGI, el PIB registró un crecimiento desestacionalizado de 0.9% trimestral, bastante en línea con la estimación de 0.8% de los analistas y ligeramente por arriba del pronóstico del consenso de 0.7% en donde la producción manufacturera ha permanecido prácticamente plana en lo que va del año (con excepción del equipo de transporte) con lo que se confirma que México ha crecido por dos años consecutivos al expandirse por 8 trimestres consecutivos.
Por sector, el que más creció fue el primario (+3.2%, agricultura y pesca), seguido por el secundario (+1.4%, minería, construcción, electricidad, manufacturas, etc.) y por último el terciario (+0.6%, servicios, comercio, etc.)

Para los analistas de Citibanamex y BBVA se estiman menores tasas de crecimiento para los siguientes trimestres, ante las perspectivas de una desaceleración de la actividad económica de EUA, un relajamiento gradual de las condicione del mercado laboral, tasas de interés real elevadas y una menor confianza empresarial.

En particular, consideran indicadores oportunos y los efectos del huracán Otis, por lo que estiman un menor crecimiento para el cierre de año que lo observado en el tercer trimestre, por lo que mantienen sus expectativas de crecimiento del PIB para 2023 y 2024 en 3.3% y 2.0%, respectivamente.

Lo anterior poque aún hay riesgos, como la baja para la actividad económica y los posibles efectos mayores del huracán Otis a los estimados actualmente, así como la incertidumbre relacionada con el panorama global y políticas de la administración actual.

A lo anterior, se suma, una demanda interna más resiliente a la estimada, y los efectos de las tendencias del nearshoring, principalmente a través de la construcción no residencial, son de los principales riesgos al alza, no obstante, el impulso de la actividad productiva que implican las cifras de hoy inclina la balanza de riesgos al alza.