Ernesto Madrid

Los argumentos polarizantes que han sido la constante de este gobierno y ahora para impulsar la reforma electoral, el presidente López Obrador lleva cinco días diciendo, a quienes acudirán a la marcha del próximo domingo, “que no le tienen amor al pueblo, son racistas, clasistas, muy hipócritas, además de cretinos y se fue directo al único orador que habrá José Woldenberg que dijo “es parte del grupo y es como el maestro político de Lorenzo Córdova”.

También destacó a esos seguidores “sepa bien que tampoco son demócratas, son los que han participado en los fraudes electorales” y la referencia recurrente, fue el 2006 cuando perdió frente al expresidente Felipe Calderón, quien de última hora dijo que se sumará a la marcha.

Otro de sus argumentos recurrente es que se gasta mucho en la organización de las elecciones, pero en el fondo, cuando en 1997 celebró el método de selección de los consejeros y que no solo dejó aquel IFE, que encabezaba Woldenberg, depender de Gobernación, “se cortó el ombligo” y lo calificó como el “logro más importante” por la autonomía del consejo del IFE y empezó a recibir una mayor cantidad de recursos que sumaron 17 mil millones de pesos de Cash vía los impuestos de las y los mexicanos para su ‘movimiento’.

Ahora dice lo contrario y la realidad es que con su propuesta el INE quedaría acabado ya que contempla, entre otras cosas cancelar el Servicio Profesional Elector, que afecta la organización de comicios, le quita el padrón electoral y lo convierte en una lista nominal controlada por el gobierno, que decidiría quién vota y quién no, y elimina la independencia en la elección de consejeros, dejando la principal carga al Ejecutivo, dicho de otra forma, pasaría de las manos de la sociedad a las manos del gobierno, como antes de 1997, en las manos gobernación.

Es una razón para entender las palabras del presidente que señala que “la gente que vaya sepa que esa es una marcha, una manifestación en contra de nosotros por la política que estamos llevando a cabo en favor del pueblo”, se trata, insiste, en personas que son hipócritas sin autoridad moral, clasistas, racistas, rateros, deshonestos, cretinos y corruptazos”.

Observando la historia y retomando lo que el libro “El Rey Cash” señala, suena lógico sustentar las expresiones de odio del presidente que se vuelve en una posición moralmente baja y políticamente enfermiza bajo su alegato del fraude electoral de 2006, cuando Felipe Calderón lo derrotó por 236 mil votos o lo que es lo mismo 0.56%.

Nunca, hasta la fecha, ha aceptado su derrota, no sabe perder y llevó a cabo un plantón; “montó toda una ciudad perdida en protesta por el supuesto fraude electoral que tanto le amargó el corazón y envenenó su alma, el rey sin corona se dejó arropar por miles de seguidores” dice el texto el Rey del Cash, en lo que sólo fue un montaje que propuso Alberto Anaya a Obrador, que no acepto una huelga de hambre y obligo al entonces titular de Seguridad Pública, Joel Ortega a “proteger al rey sin corona y a sus simpatizantes”, todo subsidiado por el gobierno capitalino que dejo en manos de Rosarios Robles.

“No eran todos voluntarios de corazón, sino vendedores am¬bulantes, trabajadores de limpia, sindicalizados del gobierno que fueron llevados por altos funcionarios del gobierno del Distrito Federal. Eran los mismos que entregaban dinero mensualmente a Alejandro Esquer los que también tenían la responsabilidad de sostener el plantón, y que años después se encargarían de viajar por todo el país para crear las bases de Morena” y subsidiado por los mismos trabajadores que Marcelo Ebrard obligaba, al quedarse al frente del gobierno de la capital del país.

Sin embargo, este domingo 13 de noviembre se llevará a cabo la manifestación ciudadana en defensa del INE y la democracia y no en el espacio público que es Zócalo capitalino preferido por Obrador para mostrar su “músculo” político, no le darán el gusto como convoco el propio presidente, sino del Ángel de la Independencia al Monumento a la Revolución y serán aquellos que dice el presidente son hipócritas, aunque vayan a misa los domingos.

Lo interesante será ver el día después, cuando desde Palacio Nacional se decretará su fracaso y se agradecerá al “Pueblo Sabio” no haber acudido a la manifestación de los opositores a los que llamo para que “se queden en casa, que no haya ninguna reunión, que nadie vaya a provocar, que se ejerza el derecho a manifestación” pero el éxito o fracaso depende de la concurrencia de la gente y no de sus simpatizantes.