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Facebook: Raúl Alejandro Rodríguez Martínez

Los mercados financieros están dando cuenta de uno de los peores arranques de año en mucho tiempo. En Estados Unidos, mientras que el Nasdaq retrocedió 7.6% la semana pasada (su peor semana desde octubre de 2020), tanto el Dow Jones como el S&P 500 cerraron con pérdidas por tercera semana consecutiva – el peor desempeño de ambos índices en dos años.

Detrás de los múltiples factores que están explicando el mal desempeño de los principales índices accionarios, las preocupaciones inflacionarias y las acciones de política para mitigarlas es lo que más sobresale. Al respecto, los mercados financieros ya están incorporando la expectativa de cuatro incrementos al rango objetivo de la tasa de fondos federales de la Reserva Federal de los Estados Unidos. Como hemos mencionado en publicaciones anteriores, el mundo atraviesa un periodo de presiones inflacionarias que no se había visto en al menos dos décadas. En este sentido, las últimas declaraciones del presidente de la Fed y de algunos de los miembros del Comité de Mercado Abierto de dicho instituto central ha subrayado la creciente preocupación sobre las presiones inflacionarias que no ceden en la economía estadounidense. Inclusive, en las últimas proyecciones macroeconnómicas de la Fed, se revisó al alza la expectativa sobre la tasa de política monetaria en los Estados Unidos.

Por lo anterior, los mercados financieros han comenzado a acomodarse hacia un entorno de mayores tasas de interés, situación que ha vuelto más atractivas las inversiones en el mercado de renta fija, donde se estarán esperando mayores rendimientos. Como consecuencia, los mercados de capitales han registrado uno de los peores arranques de año en mucho tiempo.

Este fenómeno estaría dando como resultado la expectativa de que los bancos centrales de otras economías de igual manera comiencen a incrementar los objetivos de sus tasas de interés (recordemos que para el caso de México, nuestro banco central se vio en la necesidad de adelantarse a la Fed ante riesgos inflacionarios relevantes desde la segunda mitad de 2021). Como resultado, se esperaría un comportamiento negativo también en los mercados de capitales de otras regiones del mundo.

Un entorno de mayores tasas de interés contribuiría a mitigar las presiones inflacionarias que aquejan a las economías del mundo, reduciendo de manera importante el exceso de liquidez que se ha observado en los últimos dos años y, por lo tanto, incursionando a una fase de fortalecimiento del dólar, de manera que esperaríamos una depreciación generalizada de otras monedas (como el peso mexicano, por ejemplo).

Si bien el “factor Fed” es la principal causa de las caídas de los índices accionarios en estas primeras tres semanas de 2022, no debemos descuidar otros factores de alarma que podrían seguir deteriorando los fundamentales macroeconnómicos y financieros que suelen incorporar las valuaciones de los mercados. Por ejemplo, el mundo está siendo azotado nuevamente por el Covid-19, principalmente por la cuarta y quinta ola de contagias liderada por la variante ómicron del Coronavirus SARS-Cov-2.

Europa, Estados Unidos y América Latina se están volviendo a ver en la necesidad de restringir ciertas actividades e implementar confinamientos parciales ante récords históricos de contagios diarios de Covid-19 que ya comienzan a mermar las capacidades hospitalarias de varios países. Como resultado, el arranque de año en términos de actividad productiva también se está viendo limitado, al tiempo que la situación nada ayuda la de por sí recuperación muy gradual de las cadenas globales de suministro.

En México, la aversión al riesgo persiste aunque la perspectiva de que la economía siga en trayectoria de recuperación toadvía se mantiene. Las discusiones en torno a la reforma eléctrica, la revocación de mandato y los temores de que el marco institucional se continúe deteriorando está inquietando de manera importante a inversionistas y empresarios.

Y por último y no menos importante, el mundo está a la expectativa por tensiones geopolíticas protagonizadas por Rusia, Europa y Estados Unidos ante el despliegue de fuerzas militares rusas en su frontera con Ucrania. Si bien la expectativa sigue apuntando hacia la despresurización del conflicto por vías diplomáticas entre sus principales actores políticos, este factor se está haciendo presente en las decisiones diarias de los mercados financieros internacionales.

Todo lo anterior nos pone nuevamente en un año muy complicado, en el que riesgos, retos y oportunidades estarán a la vista pero bajo un contexto de mucha volatilidad. Hacia adelante, se prevé que posiblemente a mediados del segundo trimestre del año los mercados financieros se hayan terminado por acomodar a un entorno de mayores tasas de interés, luego de que probablemente la Fed haya anunciado ya su primer incremento de 25 puntos base al rango objetivo de su tasa de fondos federales.

En lo que se refiere a la pandemia, aproximadamente entre marzo y abril se prevé que la cuarta y quinta ola estén en una clara y sostenida trayectoria de descenso y con la expectativa de que más población en el mundo acceda a la vacunación de refuerzo y que ómicron nos esté acercando a la tan esperada “inmunidad de rebaño”, junto con mayores avances de las farmacéuticas en el proceso de sacar al mercado un tratamiento efectivo para contrarrestar las consecuencias del virus en los seres humanos.

Finalmente, en el frente geopolítico todavía es muy incierto para identificar un desenlace en el conflicto. Si bien los acercamientos diplomáticos están fructiferando, diversos analistas políticos ven poco margen de maniobra por parte de Putin quien, de alguna manera, tendrá que dar algún “golpe de autoridad” en la frontera.

En general, estamos ante un complicado arranque de año para los mercados financieros, uno que no se había visto en mucho tiempo y que, de momento, nos obliga a apretarnos el cinturón de seguridad.