Twitter: @rulrm

Instragram: @apuntesmacro

Facebook: Raúl Alejandro Rodríguez Martínez

Han transcurrido apenas cuatro días de la invasión de Rusia a Ucrania y las tensiones geopolíticas continúan recrudeciéndose. El ejército ruso ha encontrado en las últimas horas una resistencia muy importante de parte de los ucranianos que están haciendo todo lo posible por no perder Kiev, la capital del país. Parece lejano ya cuando el miércoles de la semana pasada Rusia reconoció a las provincias prorrusas de Lugansk y Donetsk; aprobó movilizar a su ejército al sureste de Ucrania y luego le declaró la guerra a su país vecino para iniciar la invasión militar.

Desde que Rusia arrancó el proceso de invasión con el reconocimiento de las provincias separatistas, Estados Unidos comenzó a liberar varias baterías de sanciones económicas, financieras y comerciales en contra de la economía de Rusia y de las finanzas personales de los altos mandos y empresarios de dicho país. Al tiempo que el conflicto armado ha subido de tono, también lo han hecho las sanciones, en coordinación y alineamiento de los países de Europa de Occidente, Estados Unidos y Canadá.

Pareciera que el Vladimir Putin ya había hecho los números e incorporado en su función de reacción las sanciones que recibirían pero siempre dejó claro que la eficacia de su “operación militar” estaría supeditada a lograr el objetivo de derrocar al gobierno ucraniano de Volodimir Zelensky lo más pronto posible. Quizás esto último no está saliendo como Putin esperaba, en contraste con la posibilidad de que ya tenía visualizadas todas las posibles sanciones económicas y financieras que habría de recibir.

En un comienzo, las sanciones fueron impuestas sobre algunas compañías estratégicas para la economía rusa en los sectores financiero y energéticos. Posteriormente, se implementó el congelamiento de activos financieros de los altos mandos del gobierno de Putin (incluido él) y empresarios relevantes. Acto seguido, se fueron anunciando medidas financieras más severas como el negarle a Rusia acceder al financiamiento en los mercados de deuda, se limitó la transaccionalidad del rublo ruso por otras economías en los mercados cambiarios y luego se comenzó a impactar al sector turístico con el cierre del espacio aéreo de Europa, Estados Unidos y Canadá para Rusia.

Al igual que la guerra, la imposición de sanciones económicas para evitar un mayor avance y eficacia de un conflicto bélico tampoco tiene ganadores. La interconectividad de la economía global, de los mercados financieros internacionales y del comercio internacional da como resultado que, si bien el golpe directo se lo lleve el país sancionado (Rusia en este caso), el resto del mundo también se verá impactado de manera importante a través de todavía una mayor inflación a nivel mundial vía precios de los energéticos y alimentos; desplome de las bolsas, fuertes depreciaciones de las monedas frente al dólar, interrupción del comercio internacional y de las cadenas de suministro globales, principalmente.

Y nuevamente, al igual que la guerra, las sanciones económicas también pueden ser escalables y conducir a situaciones en las que el remedio resulta más nocivo que la enfermedad. Al momento de escribir esta columna, las últimas sanciones impuestas se han extendido al mundo deportivo (también con severas implicaciones para la actividad económica global y del país sancionado) y más países europeos se han sumado al cierre de su espacio aéreo para vuelos operados por aerolíneas rusas pero tampoco hemos visto una desescalada en el conflicto bélico. Si bien parece que se abrió una ventana de oportunidad a la negociación del cese al fuego entre Ucrania y Rusia, Vladimir Putin mandó a su comitiva de negociación ya con la orden de escalar la situación de sus fuerzas armadas a una de alerta, incluyendo a las fuerzas nucleares. Occidente ha decidido enviar armamento, equipo militar, gasolina y otras provisiones para reforzar la defensa ucraniana. Son momentos sumamente tensos y altamente riesgosos para la supervivencia de la humanidad con las recientes señales de escalamiento militar.

Por el lado de las sanciones se habló desde antes que Putin declarara la guerra de una sanción que muchos consideran una “bomba nuclear financiera” para Rusia: excluirlo de la Sociedad para las Comunicaciones Interbancarias y Financieras Mundiales (SWIFT, por sus siglas en inglés). El SWIFT es una organización que tiene a cargo una red de comunicaciones financieras entre bancos y otras entidades financieras. Tiene aproximadamente más de 11 mil entidades financieras en 204 países y funciona ininterrumpidamente 24 horas y 7 días a la semana (es decir, nunca descansa).

El sistema es vital para la interconectividad entre entidades financieras a nivel global, garantizando que las transferencias de dinero en todo el mundo puedan fluir. Al respecto, Estados Unidos se había mostrado muy determinado a ejecutar dicha sanción pero contaba con una elevada reticencia, miedo y preocupación de Europa Occidental. En particular, hubo mucha resistencia a la medida de parte de Alemania y de Italia, que aseveraron ser completamente dependientes de SWIFT para el pago del gas que Rusia les provee. En la medida en la que la invasión se fue recrudeciendo, la sanción de excluir a Rusia del SWIFT fue ganando terreno y en la mañana del domingo Italia y Alemania finalmente aceptaron alinearse en favor de implementar dicha sanción.

No obstante, se ejecutó con mucho cuidado y en una primera fase se anunció la exclusión de SWIFT de algunos de los bancos más relevantes del país. Rusia no se ha pronunciado al respecto más allá de haber declarado alerta máxima en sus fuerzas armadas por la retórica amenazante de la OTAN y las sanciones anunciadas. En su momento, su primera reacción al primer paquete de sanciones que Estados Unidos anunció el jueves pasado fue la de decir que ellos también ejecutarían sanciones muy dolorosas para Occidente pero, al momento, no han señalado cuales. La “sanción natural” de Rusia ha sido vía las presiones inflacionarias resultantes de las sanciones impuestas por Occidente pero Rusia no ha dado más pasos en este terreno (por ejemplo, cortar el suministro de gas o llevar a cabo nacionalización de inversiones extranjeras en territorio ruso).

En relación con la exclusión de Rusia del SWIFT, se tiene claro que el impacto financiero sería enorme. Inclusive, tras el anuncio y también el resto de las sanciones, la población rusa ya está haciendo filas muy largas en sucursales de bancos y cajeros automáticos para retirar su efectivo. Sin embargo, hay quienes creen que el impacto de SWIFT podría ser menos contundente que lo que está previsto, ya que Rusia lleva varios años trabajando, en conjunto con China, su poderosa aliada) en su propio sistema de comunicación interbancaria, SPFS. Se ha mencionado que el sistema lo llevan trabajando desde 2014, tras el conflicto de la anexión de Crimea y previendo que una sanción posible era precisamente excluirlos del sistema.

Adicionalmente, para hacerle frente a las sanciones que han imposibilitado el acceso a financiamiento externo de parte de Rusia y el degradamiento a “basura” de su calificación crediticia por parte de las principales agencias calificadoras del mundo, Rusia ha acelerado de manera importante la adopción de criptomonedas.

En definitiva, estamos viviendo otra vez un cambio dramático en el mundo y las sanciones económicas, de no ser exitosas, podrían terminar representando el “autosabotaje” de Occidente a su status quo. Todas las esperanzas de la humanidad están en este momento depositadas en las negociaciones de cese al fuego que se están dando entre Ucrania y Rusia. Desafortunadamente se ve difícil que sean exitosas. Ucrania ya identificó que mientras más resista, más apoyo podría seguir recibiendo de Occidente y no va a estar dispuesta ni a perder su territorio ni a su gobierno actual. Rusia presionará por, en el mejor de los casos, mantener la independencia de Donetsk y Lugansk y exigir garantías de que Ucrania se mantenga neutral en la geopolítica y jamás vaya a adherirse a la OTAN. Como consecuencia de la invasión, posiblemente Ucrania ahora más que nunca desee adherirse a la OTAN, así como también ya Suecia y Finlandia reiteraron su interés por lo mismo, algo que Rusia no estará dispuesta a permitir.

En el plano de las sanciones, todavía existe margen para recrudecerlas. Por ejemplo, se esperaría que más bancos y entidades financieras comiencen a ser excluidos del SWIFT, así como también se podría anticipar que los castigos a la exportaciones rusas comiencen a expandirse a un mayor conjunto de bienes y servicios.

Hacia adelante hay mucha incertidumbre. Solo sabemos que el grado máximo de escalamiento derivaría en la Tercera Guerra Mundial, desdencadenando un conflicto nuclear que podría terminar por finalizar con la era del ser humano, por lo que esperemos se alcance un cese al fuego.