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Facebook: Raúl Alejandro Rodríguez Martínez

De acuerdo con un artículo del Fondo Monetario Internacional (FMI), el costo de vida promedio en todo el mundo se ha incrementado en los últimos 18 meses más de lo que había subido en los cinco años previos combinados. Detrás de este incremento significativo de la inflación, se encuentran los precios internacionales de los alimentos y de los energéticos.

Fuente: Fondo Monetario Internacional

 

Por si solos, los precios de los alimentos han deteriorado la calidad de vida mundial al mismo ritmo al que el índice global de precios al consumidor en su totalidad hizo en los cinco años previos a la pandemia de Covid-19 (componente en amarillo en la gráfica anterior). Por su parte, los precios de los energéticos han generado un deterioro similar, adicional al impacto indirecto sobre otros componente de la canasta básica (por ejemplo, los incrementos en los precios de los servicios de transporte).

Con información de julio, la inflación a nivel mundial no ha cedido y sigue incrementando, aunque a un ritmo menor que el que se observó durante la segunda mita de 2021 y la primera de 2022. En el reporte del FMI de Perspectiva Económica Mundial, el instituto preveía una inflación global de 6.6% anual en 2022 para las economías desarrolladas y de 9.5% anual para el bloque de economías emergentes.

Bajo la expectativa de que la gran mayoría de bancos centrales en todo el mundo continuarán incrementando sus tasas de interés de referencia en lo que resta de este año y la primera mitad de 2023, se anticipa que la economía mundial continúe desacelerándose como consecuencia para bajo el objetivo de contrarrestar el fuerte ascenso inflacionario que ha estado padeciendo el mundo en los últimos 18 meses.

En este sentido, resultará prioritario para las autoridades monetarias y fiscales del mundo detener el deterioro de la calidad de vida mediante la reducción de las presiones inflacionarias a toda costa. Al respecto, el FMI recomienda que la política monetaria sea complementada con acciones de política fiscal, sobre todo para apoyar a los sectores económicos más necesitados y que estarían siendo impactados tanto por los incrementos en los precios de bienes y servicios de la canasta básica, como también por incrementos en las tasas de interés. En particular, recomiendan políticas de precios enfocadas en alimentos y energéticos sin que distorsionen el libre mercado (o al menos reduzcan al máximo las potenciales distorsiones). El reto del canal fiscal está en que muchos países “pusieron toda la carne al asador” en 2020 y dos y medio después padecen de niveles de deuda pública muy elevados que les impiden contar con un margen de acción suficiente para ejecutar dichas políticas de precios.

Bajo este contexto, México continúa atravesando un entorno macroeconómico sumamente complejo. La inflación continúa en ascenso y se ubicó en 8.70% anual en agosto frente a 8.15% en julio, con los precios de bienes agrícolas creciendo rápidamente y sugiriendo que la inflación cierre este año por arriba de 8.00% anual. Considerando que Banco de México lleva 400 puntos base de incremento a la tasa de interés objetivo de agosto de 2021 (4.50%) a agosto de 2022 (8.50%), que se anticipan todavía de 100 a 125 puntos base más de subidas de tasa al cierre de este año y que no veamos recortes a la tasa de interés si no hasta finales de 2023 (o inclusive principios de 2024), se anticiparía que la inflación comience a disminuir el próximo año. Pero esa reducción no será instantánea, si bien la base de comparación contribuirá a un descenso “natural” en la inflación a tasa anual.

Considerando todo lo anterior, se podría anticipar bajo dicha perspectiva una inflación cercana al 4.50% anual al cierre de 2023 y una tasa de interés objetivo alrededor del 9.50%. Así, el crecimiento económico podría cerrar este año cerca del 2.0% y con un entorno tan complejo se desaceleraría en 2023 para quizás dar cuenta de un crecimiento inferior al 1.5%.

Con un escenario a nivel global tan retador, el marco macroeconómico que la Secretaría de Hacienda y Crédito Público presentó la semana pasada en su Paquete Económico podría pecar de optimismo. Al respecto, las autoridades hacendarias prevén un crecimiento del PIB de 3.0% para 2023, con una inflación al cierre de 3.2% anual y una tasa de interés (Cetes 28 días) de 8.5% al cierre del próximo año (implica una tasa de interés objetivo de aproximadamente 8.4% al cierre de 2023).