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Facebook: Raúl Alejandro Rodríguez Martínez

Durante el mes de junio aumentaron de manera importante las preocupaciones en torno a la posibilidad de que la economía estadounidense caiga en una recesión. Sin embargo, a lo largo de la publicación de indicadores macroeconómicos, de percepción, el comportamiento de los mercados financieros y algunas otras cifras oportunas han venido arrojando un balance mixto que nos impide determinar con claridad si la principal economía del planeta pudiera caer en una crisis próximamente.

En lo que se refiere a la actividad productiva, inicialmente la cifra del PIB de -1.6% en el primer trimestre de 2022 respecto al cuarto trimestre de 2021 despertó dicha preocupación. La definición clásica de recesión económica consiste en dos trimestres consecutivos de caída trimestral del PIB, por lo que una nueva caída trimestral en el crecimiento económico confirmaría que Estados Unidos entró en recesión este año.

Al respecto, se pueden tomar en cuenta diversos indicadores, ya sea por el lado de la oferta o por el de la demanda agregada para tratar de adelantar a la cifra de crecimiento del PIB del segundo trimestre del año. Por ejemplo, la produción industrial puede ser un buen proxy por el lado de la demanda. Durante mayo, la producción industrial desaceleró su tasa de crecimiento anual a 5.4% desde 6.1% anual en abril.

Si bien la actividad industrial no ha terminado por consolidar una trayectoria de aceleración en el crecimiento, en 2022 ha promediado un crecimiento anual de 5.3%, por encima de sus crecimientos anuales para el periodo de 2018-2022, exceptuando el rebote post-confinamiento por la pandemia de Covid-19 en 2021. Se podría inferir que la cifra de junio consolide una desaceleración de su crecimiento anual por segundo mes consecutivo, si tomamos en cuenta el desempeño del indicador de percepción del sector manufacturero sobre la actividad productiva en dicha actividad productiva:

Luego de que el ISM Manufacturero de los Estados Unidos (índice de percepción sobre la activida manufacturera de parte de los productores en dicha industria) alcanzara en 2021 un máximo de 65 puntos, el indicador no ha dejado de desacelerarse, lo que ha despertado cada vez mayores inquietudes en torno al desempeño de uno de los motores relevantes de la economía estadounidense. El indicador se desaceleró de 56 puntos en mayo a 53 en junio, acercándose a su referencia promedio de largo plazo de 50 puntos, nivel sobre el que suele considerarse que la economía entra en una fase de estancamiento. La última vez que el indicador se ubicó en niveles entre 50 y 55 puntos ocurrió durante el proceso de reactivación productiva en la segunda mitad de 2020, cuando se levantó el confinamiento por la pandemia en el mundo.

Adicionalmente, tomarle el pulso al mercado laboral es otra manera de buscar anticiparse a la situación del ciclo económico de un país. En particular el indicador de nóminas no agrícolas de los Estados Unidos se ha desacelerado a un ritmo relevante a partir de marzo, pasando de 714 mil nuevos empleos en febrero a 398 mil en marzo y de ahí a  390 mil en mayo.

Otra variable relevante es la del consumo y, para efectos de tratar de identificar la perspectiva futura del consumo, el crédito al consumo. En dicho frente, pareciera que la historia es más favorable, aunque la información disponible está al mes de abril.

Si bien la cifra de abril dio cuenta de una desaceleración en el crecimiento anual del crédito al consumo de 7.5% frente a 7.1% en marzo, pareciera que la tendencia en su ritmo de avance anual continúa siendo posible. No obstante, debe tomarse con cautela este dato, pues la inflación en Estados Unidos comenzó a subir a un mayor ritmo en mayo y junio, llevando aí a la Fed a incrementar el rango objetivo de la tasa de fondos federales en 75 puntos base por primera vez en varias décadas. Lo anterior representaría una amenaza para el crecimiento del crédito al consumo, dado su encarecimiento debido a los incrementos de tasa subsecuentes en la economía.

Inclusive, todo ese exceso de liquidez que todavía existe en la economía estadounidense seguirá reduciéndose en los próximos meses, lo que podría contribuir a una desaceleración económica, al tiempo que la presión en los precios no deja de ceder.

Ante lo anterior, vale la pena dar cuenta de cómo las presiones inflacionarias también pueden representar un factor de riesgo para el desempeño del crecimiento económico de los Estados Unidos. Tomando en cuenta la inflación medida por el índice de gasto en consumo personal (PCE, por sus siglas en inglés), la inflación anual se ubicó en 6.7% anual en mayo, mientras que la inflación subyacente (resultado de sustraer del índice los precios de alimentos y energéticos), en 5.2% anual.

Hacia adelante, prevalecen los riesgos al alza sobre la inflación como resultado de la invasión de Rusia a Ucrania y las distorsiones que está generando en los precios de los energéticos derivados del conflicto bélico y del continuo escalamiento de la imposición de sanciones de parte de Occidente a la economía rusa. Como consecuencia, la Fed se seguiría viendo en la necesidad de incrementar el rango objetivo de la tasa de fondos federales, de manear que la economía estadounidense se vería afectada al mismo tiempo por presiones inflacionarias al alza y por niveles de tasas de interés limitando el consumo a futuro y en bienes y servicios de largo plazo.

Finalmente, la volatilidad en los mercados financieros ha prevalecido desde febrero. Destaca y resalta que el primer semestre de 2022 ha sido el de peor desempeño para los mercados financieros en los Estados Unidos desde 1950. Si bien los agentes económicos suelen reaccionar inmediatamente a eventos políticos, económicos o sociales, existe una preocupación cada vez mayor sobre la probabilidad de una recesión económica en Estados Unidos, bajo la perspectiva de los mercados.

Al final, si pusieramos todo en una balanza, pareciera que no es del todo claro que podamos identificar que la economía estadounidense está por entrar en una recesión económica. En general, se podría concluir que indicadores de difusón y perspectiva parecen apuntar a que EUA entró en recesión económica en junio de 2022 pero la tendencia y desempeño de indicadores de la actividad productiva durante abril y mayo sugieren una desaceleración pero que todavía parece estar lejos de la definición técnica de recesión económica.

En cualquier caso, el mundo está navegando sobre territorio desconocido, bajo el cual estará imperando la perspectiva de todos y cada uno de los participantes del mercado, en la que influirá mucho su sesgo sobre cómo incorporan los eventos geopolíticos y económicos recientes (algo así como “vaso medio lleno” o “medio vacío”) al momento de calificar la situación actual que la humanidad está atravesando.