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Facebook: Raúl Alejandro Rodríguez Martínez

Nos encontramos en la recta final del 2022 y todos los gobiernos del mundo, entidades económicas, analistas, organismos multilaterales y otros entes productivos están afinando sus perspectivas y planeación de cara al 2023. En términos generales, el “temible fantasma” de la recesión económica está rondando en todas las proyecciones del siguiente año. Sin embargo, la incertidumbre es tal que no es del todo claro que se pudiera materializar dicho escenario. Es decir, el 2022 ha estado acompañado de niveles de volatilidad no vistos en varias décadas, tanto en indicadores financieros como en la dirección que apuntan múltiples variables macroeconómicas y de confianza. Los reflectores están principalmente en la economía estadounidense, para la que cada vez más analistas anticipan una recesión, y la falta de transparencia en las cifras de la economía de China han elevado la especulación en relación con la fragilidad que atraviesa la economía del gigante asiático.

Como consecuencia de lo anterior, muchos países están también incrementando la probabilidad de que atraviesen una recesión económica y el caso de México no es una excepción. Si bien todos los indicadores macroeconómicos y financieros de nuestro país apuntan al día de hoy que su desempeño productivo esté aún lejos de una recesión en 2023 pero si bajo un desempeño muy débil, una recesión en la economía estadounidense nos podría llevar prácticamente al mismo escenario. La elevada dependencia de nuestro sector exportador a las actividad industrial y manufacturera de nuestro vecino del norte tendría implicaciones severas para el crecimiento del PIB en México el siguiente año. De igual manera, la creación de empleos de la economía mexicana se vería afectada ante una contracción de la actividad productiva.

Bajo este contexto, vale la pena echarle una mirada al dinamismo que ha tenido el mercado laboral mexicano, a la luz del número de afiliados en el IMSS como proxy de la creación de plazas formales. Es importante tomar con cautela estos números, toda vez que varias estimaciones han apuntado que en promedio el  60% del mercado laboral mexicano se ubica en el sector informal. No obstante, tomarle el pulso al mercado laboral dice mucho de la dinámica de los sectores productivos que más contribución pueden tener en el Producto Interno Bruto.

Con cifras a septiembre, existen 21.4 millones de empleos formales, máximo histórico desde que se mide este indicador en julio de 1998. Esta cifra creció 4.0% anual en septiembre, una ligera desaceleración respecto al mes de agosto y por debajo de un crecimiento anual del 4.7% en enero de 2022. La creación de empleos formales se ha venido desacelerando a lo largo de 2022, lo que sin duda podría encender las alarmas de cara a 2023.

Si vemos el dinamismo del empleo formal bajo un espectro de 12 meses, es decir, de Septiembre de 2021 a Septiembre de 2022 y por sectores productivos, podemos observar cómo los sectores que suelen ser las palancas del crecimiento económico en México han dado cuenta de una desaceleración importante. Por ejemplo, el sector manufacturero (28% del total de los empleos formales) de estar creciendo cerca de 7% anual en enero, en septiembre dio cuenta de un crecimiento anual de 3.7%. En tanto, el empleo en la actividad comercial (consumo) de 6% anual en enero a 4% anual en septiembrte (20% del empleo formal total).

Es importante subrayar que no únicamente un escenario de recesión económica podría llevarnos a una pérdida de empleos, sino también condiciones locales asociados con el mercado laboral que podrían complicar su panorama. Si bien pareciera que no hubo efectos nocivos en los ajustes a la Ley Federal del Trabajo asociados con el outsourcing ni tampoco implicaciones con los fuertes incrementos al salario mínimo durante ésta administración, no hay que subestimar la posibilidad de incrementos en los costos laborales como un factor a considerar en la dinámica del empleo formal en el mediano y largo plazo. Por otro lado, habría que estar al pendiente de la propuesta de extensión del periodo vacacional para los empleados en nuestro país y las posibles implicaciones también en dicho costos laborales. En definitiva, las medidas que el gobierno ha tomado en el rubro laboral parece que han resultado positivas pero también se debne reconocer que están dirigiendo al mercado laboral a un nuevo punto de equilibrio, en el que pronto se verá donde podrían ubicarse los nuevos niveles de oferta y demanda de trabajo en el mercado.