Morena eligió a su candidata a la gubernatura del Estado de México a poco menos de un mes que arranque el proceso electoral. Aunque se dice hubo encuestas y estudios para analizar a los tres finalistas, era un secreto a voces que la instrucción estaba dada desde Palacio Nacional y sería Delfina Gómez la elegida (por segunda ocasión). Aunque con el método de encuestas para elegir a sus candidatos Morenaha intentado hacer más democráticos sus procesos, la realidad es que la poca transparencia de estas ha dejado más dudas que certidumbre.

Con esto, la cúpula de Morena tendrá tiempo de rehacer sus bases en el Estado de México, donde buscan quitarle al Partido Revolucionario Institucional (PRI) la hegemonía, estado donde nunca ha habido alternancia y de ganar las elecciones en 2023 alcanzaran 100 años en el poder. Al dar a conocer el resultado de las encuestas, al menos en el plano mediático, pasó a segundo término lo revuelto que resultó el proceso para elegir a los coordinadores distritales del partido, quienes a su vez tendrán el cargo de consejeros estatales y congresistas estatales y nacionales de cara a la renovación del CEN de Morena.

La elección de Delfina Gómez, quien es actual titular de la SEP, es vista como una revancha. Incluso, el actual presidente de Morena, Mario Delgado, dijo que ahora “no nos robarán la elección”, haciendo alusión a la derrota de Gómez frente al actual Gobernador del Estado de México, Alfredo del Mazo Maza. La duda, entre analistas y quienes habitan en las entrañas de Morena, es si en verdad su segunda candidatura será competitiva. La diferencia con los comicios anteriores es la maquinaria de Estado que tendrá a su disposición. Aunque también desde Lerdo 300 se activará una contraparte importante para retener el Gobierno del Estado de México. Será, dicen los que saben, un choque de titanes. Tendrá, el equipo de la maestra, una labor titánica: sumar a las bien aceitadas y engrandas estructuras de los derrotados. Ahí puede estar una de las claves, ya que entre Horacio Duarte, Higinio Martínez y Fernando Vilchis abarcan buena parte del Estado de México. O al menos los distritos electorales más competitivos.

Para el electorado hoy la pregunta debe ser: ¿cuenta Delfina Gómez con las cartas credenciales para ser la próxima gobernadora del Estado de México? Y más allá de argumentos simplistas que se basen en que es momento de sacar al PRI, no solo en esta elección, debemos analizar y exigirles a los partidos políticos candidatos que garanticen cambios que se vienen pidiendo por años. No es momento de, visceralmente hablando, tomar narrativas oficiales para transformarlas en votos.

Morena, sin duda, tendrá tiempo de sanar heridas y de buscar unificación rumbo al 2023. Sin embargo, la elección de Delfina Gómez también puede verse como una decisión autoritaria desde la autoridad moral de un partido que ya es histórico. Pero este podría ser el primer ejercicio para medir qué tanto sigue influyendo, en lo pragmático, la palabra del titular del Ejecutivo Federal.

Más allá del reto titánico, la posible elección de estado o las fricciones entre las diferentes corrientes, el reto de Morena es expropiar sus propios demonios y divorciar su nombre del de Andrés Manuel López Obrador. Le toca construir una identidad y esencia propia. Y sí, convertirse en el partido del pueblo. Porque aunque lo diga, López Obrador no es el pueblo. Es el Presidente de la República.